viernes, 6 de mayo de 2016

Cielo

La gota se derrama contra la ventana. Cae, y sigue cayendo hasta llegar al borde. Se derrama como cuando dormías y tu pelo quedaba expuesto encima de la almohada. Y tus ojos conectaban con los míos, nuestras miradas se fusionaban, nuestra sangre bombeaba, la respiración agitada. Y me cegaban tus ojos que eran tan penetrantes como sólo podías ser tú. Me cristalizo. Y aun puedo escuchar los latidos de tu corazón, haciéndose cada vez más fuertes y calientes al contacto con mi mano. Puedo oír el aleteo de tus pestañas mientras cerrabas los ojos de nuevo, y se iban como mariposas saliéndote de los párpados. Me acercaba a ti y mis labios se mezclaban con tu boca curva y llena. Tan sólo eso, tan sólo un roce que sabía a poder, sabía a gloria.
Te desnudo con la mirada, te observo como si pudiese ver dentro de ti. Veo un cielo, un cielo con un millón de galaxias estallando mientras se juntan, como nosotros; veo los rayos de luz escondiéndose dentro de ti como una puesta de sol, con el techo anaranjado y las aguas temblorosas mirando desde abajo. Y todo lo demás es una nimiedad, algo difuso, como una cámara cuando está mal enfocada. La existencia en nula, no es: parece ser.

La gota se derrama contra la ventana. Cae, y sigue cayendo hasta llegar al borde. Luego te dormías.


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