Vas mirando por la ventanilla mientras los faroles de afuera
te iluminan y te hacen un eco de incandescencias en el rostro, y hay una pequeña
rendija por donde entra el viento que hace que te azote el pelo en la cara. La
oscuridad de un túnel, el rostro cansado del hombre de gorro, el motoquero
listo para partir a toda velocidad, ansioso por respirar la libertad. La vuelta,
el jazz en el fondo. The city is crying
suena, sí, la ciudad llora todo el tiempo. Está claro en las caras de todos, la
preocupación, el eterno trabajo, los sueños frustrados, el frío que congela los
huesos, las diez de la noche y todavía no puedo llegar a mi casa, las ojeras de
los días sin poder dormir, el dolor. La noche muy oscura como mis
pensamientos y mi pelo y mi esencia. Esperar la micro eterna porque no existe
el auto; el vacío.
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