Hoy me dijiste que ahora no podías hablar, pero que en la
tarde me llamarías y así nos podríamos poner de acuerdo para salir o hacer
algo, no sabías. Ni siquiera dije que sí, sólo te miré y te fuiste.
No llamaste, pero me enviaste un mensaje preguntando si
podíamos juntarnos en ese café del que te hablé una vez mientras nos contábamos
cosas triviales. Te respondí que sí, que perfecto. Vine con mi mejor ropa, mi
mejor pelo y mi mejor sonrisa, pero ahora estoy llegando a dicho café y mis
manos temblorosas me están jugando en contra. Sé que estás aquí porque veo tu
auto estacionado justo afuera. Y puedo verte desde el ventanal, con un libro en
la mano y un café olvidado, esperando.
Entro y me miras, me miras y no me sonríes, mientras yo te
dedico mi más grande sonrisa porque sé que te gusta. Me lo dijiste una vez. La
sonrisa me hace ver bonita, ahora sonrío para ti.
-Te ves bonita.-me dices, y siento toda mi cara caliente.
-Gracias. –respondo, a secas mientras me siento al frente de
ti.
Mientras me cuentas cómo fue tu día en el trabajo hoy te
miro la boca y no te escucho porque realmente no me importa cómo fue tu día en
el trabajo hoy. Quiero saber cómo te sientes, qué piensas cuando me miras. Y tu
boca se ve suave.
-Entonces le dije que no me…
-¿Qué piensas cuando me miras? –te interrumpo y te miro
directo a los ojos. Miro tus pestañas, largas y abundantes. Algo que desde que
te conozco me ha gustado de ti.
Sonríes y cierras los ojos por un momento. Me encanta cuando
cierras los ojos porque sé que estás pensando en algo profundo y eso me
intriga. –Tienes bonita sonrisa, y eres madura, inteligente. –me dices, ahora
con tu cara seria, como diciéndome que de verdad lo crees.
-Hmmm. –respondo, y me río, sin dejar de mirarte.
-¿Quieres que vayamos a mi casa? –me invitas. Detrás de esa
corta frase hay más que sólo una invitación para conocer tu casa, lo sé por
cómo me miras y me siento más que excitada. No sólo de manera sexual, sino que
me emociona.
-Vamos. –me levanto y me tomas de la mano para salir de
aquí. Y así, con tu mano sobre la mía nos dirigimos hacia tu auto rojo,
parecido al color de mis labios que hoy pinté para ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario