Todos alguna vez en un momento de nuestras vidas deberíamos
poder sentirnos felices. Pero, cuando hablo de felicidad me refiero a esa
felicidad real. El sentimiento de sentirse pleno, el sentimiento de saber que
sea como sea, puedes volar. Que aunque la lluvia esté por encima de tu cabeza y
las cosas en ese momento no sean perfectas, puedes salir con una mochila con
tus cosas más importantes y dar el salto. Sentirse seguro, sentirse sin miedo.
Que todo lo que está en nuestra mente, aunque sea lo más descabellado que se
nos ha ocurrido alguna vez, es posible. Que no existen las limitaciones, que
las restricciones que te ponen los demás en realidad no son más que sólo
palabras. Todos alguna vez en un momento de nuestras vidas deberíamos sentir
que si nos subimos a ese tren y nos perdemos, no va a pasar nada. Que vamos a
encontrar el tren que nos lleva de vuelta y, finalmente, las cosas van a ser
diferentes.
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