Sleeping naked in the night… canta Chet. Tus labios todavía me
besan y así quiero estar contigo. Desnudos, bajo tus sábanas. Quiero dormir en
tu cama y que me abraces fuerte, quiero poder mirarte mientras duermes, poder
tocarte, tocar tu barba que es lo más lindo que tienes, tocar tu pelo
alborotado, que sé que no te gusta que lo toquen. Quiero poder.
-Quédate conmigo. –me susurraste.
Y no tuviste que decir nada más, sin ruegos, sin toques. Me lo dijiste y ya me
tuviste.
Duermo en tu cama, bajo tus
sábanas, contigo abrazándome fuerte por detrás, siento tu olor, tu respiración
en mi oído. Te contemplo, como una escultura
que está hecha hace mil años atrás recién descubierta. Toco tu barba, la
beso. Toco tu pelo alborotado y me dejas. Te toco el borde de la boca con un
dedo y nos fundimos juntos. Nos mezclamos, como uno.
Ahora estás durmiendo y tu boca
se abre muy ligeramente, estoy escuchando tu respiración y miro tus pestañas
oscuras que me fascinan. Me levanto y me siento en la cama por unos segundos,
observando tu habitación. Las persianas de la ventana son blancas y tu cama es
como la de un adolescente todavía, con sábanas azules. Al lado se sitúa un
velador con una lámpara y encima descansan unos cigarrillos olvidados.
Me dirijo hasta el baño por el
estrecho pasillo de tu departamento y me lavo la cara. El jabón que usas es
celeste y me burlo mentalmente por ello. Cuando vuelvo a la habitación estás
despierto, mirando el techo. ¿Qué estarás pensando?
-¿Qué estás pensando? –te
pregunto, y por alguna razón me tiemblan las manos.
-En muchas cosas, ya me conoces…
-Supongo. –te respondo, y sé que
puedes notar el oculto tono amargo en mi voz, pero no dices nada.
No sé por qué, pero ahora mismo
siento rabia y tristeza a la vez. Bueno, sí lo sé. Supongo que debes estar
pensando en ella y me siento inútil, utilizada. Tal vez ella siempre va a ser
como el fantasma acechándote cuando no tengas nada más en qué pensar. Tal vez
van a pasar años y ella va a seguir inmortalizada en tus libros y todo lo que
haces. Entonces, ¿qué se supone que tengo que hacer yo? ¿Lidiar con eso?
¿Conformarme con lo que sobra de ti mientras me besas, me tienes y la tienes
presente?
El problema no es que la tengas
presente ahí en tu mente, el problema realmente es que ella está presente en tu
corazón y cuando la gente se sitúa en esa parte, tan única y tan delicada, deja
sus huellas.
-¿Qué pasa? –preguntas, mirándome
expectante.
-Nada. –te respondo con una
sonrisa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario