viernes, 27 de mayo de 2016

Parte III: 00:22

Sleeping naked in the night… canta Chet. Tus labios todavía me besan y así quiero estar contigo. Desnudos, bajo tus sábanas. Quiero dormir en tu cama y que me abraces fuerte, quiero poder mirarte mientras duermes, poder tocarte, tocar tu barba que es lo más lindo que tienes, tocar tu pelo alborotado, que sé que no te gusta que lo toquen. Quiero poder.
-Quédate conmigo. –me susurraste. Y no tuviste que decir nada más, sin ruegos, sin toques. Me lo dijiste y ya me tuviste.
Duermo en tu cama, bajo tus sábanas, contigo abrazándome fuerte por detrás, siento tu olor, tu respiración en mi oído. Te contemplo, como una escultura  que está hecha hace mil años atrás recién descubierta. Toco tu barba, la beso. Toco tu pelo alborotado y me dejas. Te toco el borde de la boca con un dedo y nos fundimos juntos. Nos mezclamos, como uno.    
Ahora estás durmiendo y tu boca se abre muy ligeramente, estoy escuchando tu respiración y miro tus pestañas oscuras que me fascinan. Me levanto y me siento en la cama por unos segundos, observando tu habitación. Las persianas de la ventana son blancas y tu cama es como la de un adolescente todavía, con sábanas azules. Al lado se sitúa un velador con una lámpara y encima descansan unos cigarrillos olvidados.
Me dirijo hasta el baño por el estrecho pasillo de tu departamento y me lavo la cara. El jabón que usas es celeste y me burlo mentalmente por ello. Cuando vuelvo a la habitación estás despierto, mirando el techo. ¿Qué estarás pensando?
-¿Qué estás pensando? –te pregunto, y por alguna razón me tiemblan las manos.
-En muchas cosas, ya me conoces…
-Supongo. –te respondo, y sé que puedes notar el oculto tono amargo en mi voz, pero no dices nada.
No sé por qué, pero ahora mismo siento rabia y tristeza a la vez. Bueno, sí lo sé. Supongo que debes estar pensando en ella y me siento inútil, utilizada. Tal vez ella siempre va a ser como el fantasma acechándote cuando no tengas nada más en qué pensar. Tal vez van a pasar años y ella va a seguir inmortalizada en tus libros y todo lo que haces. Entonces, ¿qué se supone que tengo que hacer yo? ¿Lidiar con eso? ¿Conformarme con lo que sobra de ti mientras me besas, me tienes y la tienes presente?
El problema no es que la tengas presente ahí en tu mente, el problema realmente es que ella está presente en tu corazón y cuando la gente se sitúa en esa parte, tan única y tan delicada, deja sus huellas.
-¿Qué pasa? –preguntas, mirándome expectante.
-Nada. –te respondo con una sonrisa.




No hay comentarios:

Publicar un comentario